La película de «Hércules: el Origen de la Leyenda» nos dejó un sabor agridulce. Se esperaba más de esta película, y es un poco decepcionante.
Las peleas son tipo «300» además descaradamente, con ese ritmo de pausas a mitad de lucha y esos saltos tan característicos del bueno de Leónidas. Hércules es un niño que nace gracias a Zeus poniendo su «semillita» en una mujer griega, la esposa del Rey Conquistador que su tiranía se esparce por todos los rincones de la Europa antigua. Como nadie puede contra él, le pide a Zeus que le consiga un Liberdador, y ahí nace Hércules.
El Rey se entera de que ese hijo no es suyo, y aunque es Príncipe, el heredero al trono sería su malvado hermano que quiere casarse con la amante de Hércules. Intentan escaparse Hércules y su novia pero les atrapan, y a él le exilian y se convierte en una especie de gladiador, y ahí es cuando la película es idéntica a Gladiator, por cierto.
Él consigue volver a Grecia y recluta a parte del ejército que le es fiel y con la ayuda del poder de Zeus, consigue derrotar a todos, se queda como Rey, matando a su hermano y a su padre, el Rey Conquistador. El final es un poco precipitado y le falta algo de chispa. No la recomendamos.
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