Colaboraciones Oconowocc: Carlos Reyes
Hace unos días atrás, nos sorprendían en los informativos las imágenes del «desmanteo» de un colegio. Muchos de los que seguiamos las secuencia de imágenes, tan absortos como perplejos, nos rompiamos la cabeza preguntándonos qué crimen habían cometido aquellos inocentes muchachos, para ver como sus pizarras eran víctimas de un «secuestro» seguramente ya anunciado con anterioridad.
Y sí, han leído correctamente, he dicho «qué crimen habrán cometido esos niños». ¿Por qué digo eso?
No paro a analizar las muchísimas y justificadas razones que obligara a las «víctimas» de la cara dura de algunas personas que decidieron no pagar ciertas deudas, pero lo importante es si era necesario hacerlo en ese preciso momento, delante de aquellas inocentes miradas, ajenas a la lucha de los supuestos «adultos». ¿Qué lección queremos que obtengan nuestros niños? ¿Quizás que por encima de una educación sana están siempre los intereses económicos? Parece que cuando hay dinero por medio, da igual irrumpir en mitad de una clase y saquear las herramientas necesarias para que nuestros jovenes no sigan aumentando las listas de los «ninis».
Conclusión: Sin valorar qué debía el colegio, o cuánto tiempo, habían maneras o momentos más lícitos moralmente que los que se eligiron para actuar.
No perdamos la razón por no elegir bien el camino para su ejecución.