La denominación «guerra fria» no es aquella en la que se pelean en invierno, como podría suponer su nombre, sino aquella en la que dos super-potencias se dedican a aumentar su nivel armamentístico para superarse a la otra. Es aquella en la que abundan los espionajes (y no me refiero al espionaje de Esperanza Aguirre) y fue en la época en la que se creó James Bond, agente 007, precisamente para espiar a los rusos.
Dicha guerra se supone que desapareció hace décadas… pero puede volver a surgir muy seriamente. Hagamos un repaso de lo que la fuera la primera Guerra Fria:
El término «guerra fría» fue por primera vez utilizado por el escritor español Don Juan Manuel en el siglo XIV. En su acepción moderna fue acuñado por Bernard Baruch, consejero del presidente Roosevelt, quién utilizó el término en un debate en 1947 y fue popularizado por el editorialista Walter Lippmann.
Este concepto designa esencialmente la larga y abierta rivalidad que enfrentó a EE.UU. y la Unión Soviética y sus respectivos aliados tras la segunda guerra mundial. Este conflicto fue la clave de las relaciones internacionales mundiales durante casi medio siglo y se libró en los frentes político, económica y propagandístico, pero solo de forma muy limitada en el frente militar.
Pues bien. Al parecer y según informaciones fehacientes (es decir, informaciones de personas feas) Rusia dice que a partir del año 2011 va a empezar a crear de nuevo y a un nivel vertiginoso otra vez un imperio armamentístico, originado por el famoso escudo anti-misiles de Bush, del que Obama no ha dicho, por cierto, prácticamente nada de su supuesta futura desaparición, también originado por el aumento de las maniobras de la OTAN cerca del límite ruso, etc…
Volveríamos otra vez a tiempos de la Guerra Fría, señores. Lo cual es curioso, por que significa que estamos retrocediendo al siglo XX, principios, por el tema de la gran crisis económica y ahora por el aumento del armamento.
Claro está, que si Rusia aumenta en armamento, EEUU hará lo mismo, y posiblemente Europa entre en este juego.
Lo dicho, retrocedemos como cangrejos. Adios al futurista y optimista (según muchos escritores, políticos y filósofos) siglo XXI.