El escritor John E. Steinbeck dijo una vez una realidad: “La tristeza del alma puede matarte mucho más rápido que una bacteria”. Se referia a una clase de personas que las llaman las «personas víricas».
¿Qué son las personas víricas? Aquellas personas que portan un virus mental llamado «pesimismo», «desagradibilidad», «criticón extremo» o «victimista». Esas personas empiezas a hablar con ellas y te contagían su pesimismo y no tristeza, sino desánimo mental y acabas agotado mentalmente.
¿A quién no le ha pasado alguna vez que estás más o menos contento durante el día, y cuando empiezas a hablar con alguien te contagia ese espíritu de pesimismo que te llega hasta que te vas a la cama?
El clásico: «hoy me he levantado con dolor de cabeza». Y el que tienes enfrente te responde: «buf, yo estoy todos los días con dolor de cabeza de los problemas que tengo, eso no es nada». ¿A que es un clásico? O aquella persona que intentas congraciarte con ella pero no para y no para y no para de criticar y de estar descontento con todo lo que le rodea: al final acabas paranoico y te contagia todo el malhumor que ha llevado esa persona.
Hay que ser realistas, al menos esa es nuestra opinión. Ni «víricas» pero tampoco esos tontos optimistas que ven demasiado la televisión o la radio o las redes sociales con mensajes tontos de «hoy será un día maravilloso», «entramos en un nuevo año que seguro que todo será genial», o cosas parecidas. No, si la mente es realista y práctica, las dificultades que surjan podrán ser llevadas de la mejor manera posible.
Así que, para empezar el año este artículo para los oconowoqueros de todo el mundo. Si estáis hablando con personas víricas (no confundir con aquellas personas que simplemente quieren contarte sus problemas para que les ayudes, claro está…) o la convences para que no sea así, o sales corriendo no sea que te contagies.