Ayer vi la película Eclipse… y bueno, me pareció una especie de… de… cómo decirlo… em… ah, si: patochada.
Una hora y media para que la buena de Bella (Isabella) se decida entre el lobito que no sabe ponerse una camiseta, con la excusa de que «los lobos nunca pasan frio» y el vampirito gusiluz (por que brilla cuando le da el sol). Lo más curioso es que se pasa la película besando al Edwuard Cullen y abrazandose al Jacob… ¡en sus mismas narices!
Viva la fidelidad, si señor. Unos vampiros dirigidos por la vampira que queda mala, Victoria, quieren cargarse a la chica, y la protegen los dos, el lobito feroz y el vampiro incandescente. Pero la gracia es que la niña no se decide y de vez en cuando el Cullen la ve en brazos del Jacob.
Chica, ponte las ideas claras de una vez, que estás haciendo sufrir el muerto corazón de Edwuard, que solo le faltaba eso. En fin… en definitiva, la tercera entrega tan insulsa como la segunda, una excusa de historia de amor en un pueblo donde nadie se entera que está lleno de vampiros y hombre lobo… ¿licántropos? No, «metamórficos», ¡toma ya!