«Doc, eh, Doc, Doc!!!» Ah, Marty McFly… ¿quién no recuerda esa frase que se la pasa diciendo en toda la trilogía de Regreso al Futuro?
Una magnífica saga de Steven Spielberg en la que su gran amigo Emett Brown, un científico despistado pero genial, inventa una máquina del tiempo en forma de coche Delorian en la que va al pasado metiendo a Marty Mcfly con él huyendo de unos terroristas pues Brown les ha robado plutonio como combustible para su vehículo, tiene del pasado llegar al presente; en la segunda parte de la saga, van al futuro por que hay un problema con los futuros hijos de McFly, pero mientras están arreglándolo su gran enemigo va al pasado para darle a su pasado «yo» un almanaque con los resultados deportivos de finales del siglo XX, y la línea temporal se altera, y tienen que arreglarlo. Y en la tercera por un accidente con un rayo el científico Brown va al oeste donde McFly tiene que rescatarlo puesto que, en el pasado, muere asesinado por un forajido por una deuda de unas herraduras, y tiene que rescatarlo.
Impresionante y muy interesante saga, de la que destaca un elemento del que no se habla mucho pero resulta ser el «motor» temporal del vehículo: el condensador de fluzo, que en realidad es «flujo» pero la traducción aquí en España se equivocó. Asi somos nosotros.
Este condensador es la base del vehículo, y es en forma de «y» con unas luces intermitentes fluorescentes que van subiendo de intensidad a medida de que el vehículo llega a los clásicos 140 km/h que es la velocidad requerida para que salte en el tiempo, tanto al pasado como al futuro.
Sin ese condensador de fluzo, que en la primera requiere plutonio de combustible, en la segunda simplemente residuos orgánicos (basura normal) y en la tercera va a vapor pues estaba en el oeste, no sería posible los viajes en el tiempo. No se habla mucho más de este curioso elemento pero si ponéis «condensador de fluzo» en el buscador de Google es base a muchísimos nombres de webs, blogs y otros elementos de internet. Y es que esta saga sigue muy presente en nuestras frikis vidas.