A los que decían que «eso de Chernobyl ya no iba a ocurrir nunca jamás», se equivocaron el 11 de marzo del 2011 y sucesivos, cuando dieron la alerta nuclear 3, que es el mismo indicador que el que pusieron cuando pasó la tragedia de Chernobyl.
Tal como en Chernobyl no ha acabado del todo el problema, por que iban a hacer una especie de sarcófago pero resulta que no tienen presupuesto para completarlo y de vez en cuando hay fugas radioactivas, lo de Fukushima es lo mismo, pero en vez de ir por el aire, va solamente por el agua (al menos, eso es lo dicen las autoridades, que «solo» hay fugas al mar).
Más de 300 toneladas de agua radioactiva se han salido ya del contenedor que a toda prisa hicieron los japoneses para contener todo ese agua sucia. Y se está resquebrajando, y temen que vaya al mar… sino ha llegado ya, que cuando «el rio suena, agua lleva», agua… radioactiva.
Las corrientes marinas hacen su parte también, ajenas a las catástrofes que provocan los seres humanos: el mar de Japón llegará a China, y de China a Estados Unidos dando una vuelta de miles de kilómetros, como se explica en el mapa que se refleja aquí. Y no se pueden controlar, que se sepa, las corrientes marinas. Es decir: estamos bañados hasta el cuello de porquerías radioactivas. Se dice que los niños habitantes de esa zona de Japón ya están empezando a tener cáncer de tiroides, para empezar.
Los japoneses tendrán mucha idea de hacer dibujos animados de robots gigantes, pero a la hora de proteger sus centrales nucleares, son bastante malos, y la naturaleza es la que lo está pagando, como siempre pasa en estas situaciones. Y los seres humanos que vivimos en el planeta, a un grado u otro, también.
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