Pocos saben lo trascendental que resultó la ciudad de Babel, posteriormente conocida como Babilonia, en la historia antigua y en la historia moderna. Pocos saben que aún hoy en día muchas de las ideologías, supersticiones y creencias bien arraigadas que millones de personas creen, se originaron en la civilización más poderosa que ha existido nunca: el imperio de Babilonia.
¿De donde surge Babilonia? Una vez más, tenemos que irnos a las páginas de la Biblia, en Génesis, y una vez más tenemos que hablar de Nemrod, del que ya hablamos ayer cuando hablamos de Nínive. Hablamos del tercer milenio antes de Jesucristo. Nemrod fundó la ciudad de Babel, con una gran torre tan alta tan alta que Jehová tuvo que confundir las lenguas por haber querido ser tan alto que los cielos. Ahí empezó la fantástica historia de esta ciudad, del que vino casi todas las creencias malas y falsas que hay ahora.
La ciudad debía de ser impresionante: tenía doble muralla, una interior y una exterior, con lo que, aparte del río Eufrates, daba a la ciudad una seguridad incosquitable en aquel tiempo. A unos 800 km. de la ciudad de Jerusalén, en la llanura de Sinar, se fundó esta gran ciudad. En esta ciudad empezó a darse un crisol de creencias paganas: por ejemplo, la creencia de la vida más allá de la muerte, la creencia de una triada de dioses (más tarde llamada por los romanos, la Trinidad), supersticiones varias, el horóscopo, la astrología, adivinación, etc… Todo vino de esta gran urbe, de la que se dice que cada día pasaban procesiones de varios dioses diferentes, de tantos dioses que tenían. Llego a conquistar todo el mundo conocido, en aquella época, toda la alta y baja Mesopotamía, incluida la mismísima Jerusalén por Nabucodonosor II.
Su hijo Nabonido, del que los historiadores dudaban de que existiera, y gracias a la Biblia se descubrió de que realmente existió, consiguió unir las dos murallas, dejándolas prácticamente inconquistable. Lógicamente, como suele pasar en todos los imperios, la conquistaron los medopersas, en otra interesante profecía del profeta Daniel, quien vivió de cerca la ciudad de Babilonia ya que trabajó allí durante gran parte de su vida.
¿Quién no recuerda los jardines colgantes de Babilonia, una de las maravillas antiguas de la humanidad? He aquí una de las fotos de las mismas:
La puerta de Babilonia, también en el Museo Británico, ya daba buena cuenta de lo poderoso que llegó a ser dicha ciudad y dicho imperio:
Babilonia además no solo era un conjunto de creencias religiosas y ya está, sino que estaban muy avanzados en astronomía y matemáticas, siguiendo un poco los inicios de estas ciencias que se originaron en Egipto. Eran estudiosos de la ciencia, y sus tablillas lo confirman. Por ejemplo, fueron los inventores de la separación en 360 grados de una circunferencia, con sus minutos y segundos, un gran descubrimiento del que gran parte de la geometria actual se basa. Se habla incluso de que inventaron las ecuaciones de primer y segundo grado y las fracciones. Un ejemplo de tablilla matemática es esta:
Se entiende entonces cómo este imperio y esta ciudad fueron tan trascendentales en la historia moderna. Que las matemáticas modernas vengan de civilizaciones antiguas más o menos es de conocimiento general, pero que las creencias de, por ejemplo, tarot, horóscopo y astrología vengan de antiguo y por tanto tan severamente paganas, no es de tanto conocimiento general.
Cuando usted, querido lector oconowoquero, lea el horócopo, sepa que está contribuyendo a una falsa creencia que data de hace varios miles de años.
Aún hoy en día tiene repercusión. En el libro de Revelación, profecias del apóstol Juan, el último de los apóstoles que vivió, hablaba de Babilonia la Grande, el que llama el imperio mundial de la religión falsa. Y la descripción es perfecta, ya que la mayoría de las creencias falsas que se habla en la actualidad vienen de allí, de la antigua ciudad de Babel, provocadora de las lenguas e idiomas diferentes y de las creencias religiosas falsas. Sin duda, Babilonia es la originadora de miles de cosas y pensamientos de ahora, en pleno siglo XXI.
La arqueología, una vez más, corrobora lo que la Biblia ha afirmado sobretodo en 3 de sus libros: Génesis, Daniel y Revelación.