Colaboraciones Oconowocc: Colano
LA CRIATURA
Parte de la comunidad científica, lleva años ofreciendo todo tipo de teorías genéticas en aras de una posible mejora de las diferentes especies. Sin embargo, la naturaleza no necesita de estímulos externos para expandirse en todas sus formas y suplir las posibles carencias que pudiesen surgir en su conjunto.
Por eso, cuando el ser humano se mete a farolear en lo que, ni le importa ni le compete, aparecen subproductos como el que os voy a describir a continuación.
Mientras intentaba acceder con el vehiculo de empresa a un camino vecinal, fui atacado por lo que parecía ser un humano contagiado con el virus de la ira (véase “28 días después”… ¡que miedo!). Gruñía inconexas frases y golpeaba los laterales del vehiculo con ambas extremidades salpicando la carrocería de babeantes fluidos.
Tras comprobar la estanqueidad de mi habitáculo y, puesto que no podía esperar a que el hecho biológico de la inanición acabase con tan grotesco espécimen, intente recordar el protocolo a seguir para eliminar al humanoide, que ya empezaba a utilizar el cráneo en su heroica gesta.
Cuando estaba a punto de salir y demostrar al tosco homínido que clase de hombres nacen en esta tierra, aparecieron otros humanos aparentemente no infectados, que empezaron a especular sobre la legitimidad de los progenitores del mutante, planteando serias dudas sobre su capacidad mental.
Resulta que la cosa tenía un seat ibiza y lo había dejado cruzado en mitad de la carretera mientras interpretaba su oscarizada actuación.
Aproveche la confusión, para probar de mi vehiculo la aceleración y largarme como si tuviese prisa de aquella visión, que al darse cuenta empezó a correr como un representante tras su comisión… ¡Anda, si rima y todo!
Entonces empecé a comprender que había sido atacado por uno de los productos de la sociedad, un ser que manifestaba las carencias afectivas y sociales de un mundo empeñado en aplastar la lógica y enterrar los sentimientos, ése aspecto tangible de la sensibilidad humana que es lo único que nos diferencia de de los demás seres vivos.
Siglos de odios, inseguridad, vicios y desamor, combinados en las proporciones adecuadas, convierten nuestros últimos reductos de sensatez en fortalezas sin puertas.
En realidad no deberíamos temer a estos individuos sino compadecerlos. Sin embargo, si alguna vez te encuentras con alguno de ellos…. corre primero, luego apiádate de el.