Desde luego, hay gente que no les gustas las Fallas. Es la fiesta más espectacular de Europa, y la más famosa. Y tiene renombre internacional a la altura de los Carnavales de Rio de Janeiro. Pero es que el problema son los valencianos envidiosos falleros, sin ninguna duda.
Que Nou Campanar se quiera gastar 600.000, 800.000 o 1.000.000 de euros es problema suyo, imagino que los amortizará bien amortizado. Que Convento Jerusalén, la ganadora de este año, se quiera gastar 300.000 euros es su problema, ya se preocupará en pagarlos a los artistas falleros. Que Nou Jordana se haya gastado 190.000 euros es su problema… y así podríamos seguir citando de La Merced, citando de El Pilar, etc…
Pero esta limitación es absurda por que 1) merma la capacidad creativa y de faena de los artistas falleros, que en tiempos de crisis total económica en España es la peor decisión posible y 2) quita la espectacularidad de la fiesta, por que no entienden que los turistas no son falleros y los valencianos muchos tampoco lo son, y disfrutan de la fiesta visitando las mejores fallas. Si al final todas son iguales por que como mucho se gasten esos absurdos 190.000 euros quitará gracia a las fiestas.
Y eso pasa por la estúpida envidia que tienen algunos hacia Nou Campanar. A ver… Nou Campanar ha contribuido al espectáculo. Los premios a las mejores fallas son secundarios en la Fiesta Fallera; a los turistas , que son los que dejan dinero en la ciudad, les importa un pepino quién ha ganado el Primer, Segundo o Tercer Premio, les importa el ver las fallas más grandes. Por un capricho de envidiosos se van a cargar la fiesta.
Los presidentes de la Asociación de Fallas de Especial, compuesta por las comisiones Plaza de la Merced, Archiduque Carlos-Chiva y Malvarrosa-A. Ponz Cavite ya han empezado a protestar y a añadir polémica a este asunto pues no están de acuerdo. Ya empezó el lio, justo cuando falta un año para que empiecen oficialmente las fiestas de Fallas 2011. Pongan orden que se van a cargar una de las mejores cosas que tiene Valencia, por culpa, una vez más, de la pura envidia.