Nada, ni la crisis, ni la gripe A, ni la guerra en Irak, nada hombre, eso es una tonteria total. Lo único importante es que el Estado quiere cargarse a la podredumbre del país, a lo que menos importa en esta nación, a una amenaza potencial: los chiringitos de la playa.
En un país en el que ahora nos vamos a gastar millones de euros en desenterrar cadáveres para ver quiénes son, o que las niñas de 16 años puedan abortar, o en un país en el que la oposición se dedica a criticarse así mismo, ahora vamos a abordar una de los típicos restaurantes en las orillas de la playa no solo del Mediterraneo, sino de casi cualquier playa nacional.
¿Quién no ha tomado algo en algún chiringito? ¿quién, después de un sofocante día en la playa jugando al fútbol o tomando el sol no le ha apetecido, qué se yo, un heladito, o una coca-cola, o una Fanta naranja o una picaeta tipo tortilla de patatas, o unas bravas, o unos mejilloncillos? ¿qué lo hemos tomado? Pues en palabras de Carrefour: «chiringito caca». Esto se acabó.
Ahora la ley de Costas dice que los chiringitos que esten en las orillas de las playas tienen que ir fuera, por que una vez despistaron a un pez que había por ahí y claro, no se puede permitir eso. La «cultura de la playa», que tanto dinero reporta en los dueños hosteleros de los chiringitos consiste también en eso, y ahora parece que hasta en eso se van a meter y lo van a eliminar.
Se les olvida a nuestros queridos dirigentes que este país se rige casi siempre por el Turismo, y si encima lo atacan con la Ecotasa y ahora quitando los baretos de la playa… habrán menos turistas.
Pero bueno, qué mas da, ¡quitemos los chiringitos, esa plaga de la sociedad moderna!