Hay dos Europas: la Europa más o menos rica que es la que manda, la del Norte, con Alemania y Merkel a la cabeza, y la del Sur, la pobre, con España e Italia como grandes referentes. Así ha sido y así será, ya que el dinero lo controla todo. La idea de una Europa unificada ha fracasado, por mucho que haya una Comisión Europea y estas cosas tan graciosas que les gusta hacer a los europeos…
Hay dos Europas: la que se puso firme, incluso obsesionada, por la Protección de Datos, como si la vida del ser humano y como especie dependiera de ello, y la otra Europa, la de países como Italia y Malta que no quieren que un buque de refugiados llegue a sus costas y, si hay suerte, allí en el mar se mueren y esa Europa podrá seguir mirando hacia otro lado hasta que haya otra patera u otro barco con más inmigrantes.
Hay dos Europas: las que se van criticando unos a otros diciendo que la cuota de inmigrantes no se está cumpliendo y la otra Europa que les da lo mismo y siguen con su particular batalla contra los aranceles de Trump (que eso daría para otro artículo, por cierto).
Y así estamos: los europeístas que ya ni se les ven ni se les espera, y los euroescépticos que cada vez son más y piensan que cuánto dinero se ha malgastado en instituciones europeas que al fin y al cabo no sirven para nada, sino para alimentar a estómagos agradecidos en grandes y fastuosos despachos. Mientras ellos debaten sobre la Protección de Datos (oh, qué tema más importante…), la gente en el Mediterráneo se muere y nadie les quiere.
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