La gestión comercial, el correcto marketing o simplemente, vender, es una de las claves del correcto funcionamiento de cualquier empresa (no es la única).
En una asesoría como la nuestra, lamentablemente se van clientes, sea porque cierran o porque nos ha ganado la partida comercial otra asesoría. En este caso es como jugar contra un gran equipo de fútbol lleno de Messis y Ronaldos y perder… pues nada, aceptamos la derrota y a otra cosa.
Esos clientes al menos hay que reponerlos si quieres mantener tu equilibro presupuestario.
No obstante, hay lineas que no se deberían de cruzar, y que en esta sociedad amoral en la que «todo vale» se hace constantemente.
En nuestro negocio, hace tiempo nos hacían la competencia los bancos. Te hacían gratis la Declaración de Renta, decían. ¿Para qué? ¿Para fidelizar clientes? ¿Para darles un mejor servicio? Luego llegaba el mes de Noviembre, te llegaba la correspondiente cartita de Hacienda y ellos se desentendían. ¡Pero eso sí, oiga, te han hecho ahorrar los 30 € que vale una renta normal! (más les valdría, por cierto, no cobrar tantas comisiones, o mejor aún, dar crédito a las pymes, pero eso es otro tema que me caliento).
Los empresarios sufrimos la experiencia de los malos vendedores continuamente. Por ejemplo:
– El que te viene por sorpresa sin avisar y te entretiene innecesariamente.
– El que te llama por teléfono y no acepta un «no» por respuesta, e insiste e insiste hasta el infinito y más allá, como decía no se quién.
– El que tampoco acepta que te des de baja de un servicio e insisten con contraofertas maravillosas. ¡Haberlo hecho antes, pillín, y no ahora que me voy! Oséase, que me podrías cobrar menos y me cobrabas de más, ¿no? Pues ahora me voy, hala, fastídiate (naturalmente no fastidias a nadie, a ellos les da igual, pero al menos te queda el pataleo).
– El spam.
– Las cartas de publicidad que te llenan el buzón.
– (PONGA AQUÍ SU EXPERIENCIA PERSONAL)
– …y un largo etc…
En definitiva, la tan necesaria gestión de ventas y publicitaria se convierte en algo antipático y estresante, cuando debería ser algo saludable y necesario para conocer la oferta de productos de tus potenciales proveedores.
IFM
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