Buenísima película, pese a ser española. Hay que reconocer que Santiago Segura borda a la perfección el papel de Manuel Vazquez, el famoso dibujante ya fallecido, conocido, superconocido diria yo, con personajes creados como Anacleto, las hermanas Gilda y otros más.
Además de bordar a la perfección las peripecias y las trampas como experto defraudador que resulta ser, que ralla en lo irónico y en la tristeza a veces, resulta gracioso ver su vida laboral en la extinta Editorial Bruguera, y cómo los jefes trataban como esclavos a los dibujantes de allí, casi encadenados a las mesas grandes y blancas para dibujar. Tantas hojas dibujabas, tantas pesetas te pagaban. Resulta también muy interesante la primera aparición estelar de un tal «Ibáñez», el que luego se convertiría en el mejor dibujante de todos los tiempos de humor español.
Defraudaba para no tener que pagar el alquiler, defraudaba a los jefes de Bruguera simulando que su padre se había muerto… ¡dos veces!, y llegó a tener dos familias y dos matrimonios ya que al parecer no se tenía un registro civil como el de ahora, y hay una escena muy graciosa en la película que es cuando las dos mujeres de sus dos matrimonios se conocen. Interesante escena la de las monjas cuando quieren echarle de su piso en alquiler ya que ellas heredan ese inmueble, ya se ve cómo era la Iglesia en aquella época.
Al final, y ya en el periodo moderno, se ve como Vázquez, meses antes de morir, va paseando por las ramblas de Barcelona con su mujer y va a saludar a un Ibáñez ya envejecido y plagado de éxito gracias a sus dos creaciones principales, Mortadelo y Filemón, y se ve el cariño de los dos al saludarse.
Muy buena película que recomendamos para los amantes del comic español, además de que no hay ni una escena de sexo habituales en las películas españolas, ni siquiera un mal insulto. A Santiago Segura hay que felicitarle por este peliculón.
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