Interesante miniserie que nos presenta a la leyenda de Sigfrid, aquel que mató a un dragón y se bañó en su sangre y a partir de ese entonces se convirtió en indestructible. El problema es que por culpa de una hoja pegada a su espalda, hay un trozo que es totalmente vulnerable y de ahí llega su fin. De paso, quien matara a dragón se haría el dueño del tesoro de los Nibelungos, aunque sus fantasmas de anteriores reyes del reino de los Nibelungos le advierten que no coja nada del tesoro puesto que pesa una maldición sobre él, aunque el protagonista no hace ni caso.
Sigfrid es un poderoso pescador que se da cuenta de que su destino es, cuando derrota al dragón, ser el nuevo príncipe de un reino. Allí se hace amigo de uno de los príncipes de sangre, ni más ni menos que el Eduard Cullen de la saga Crepúsculo (que ya de más jóven y con el pelo largo tiene igual cara de tonto), y se enamora de la reina de Islandia a la que conoció cuando cayó un meteorito. De ese meteorito se forjó la espada que mató al dragón.
Hacen un pacto la reina de Islandia y él para casarse, pero una de las princesas le hace beber una pócima mágica que le hace olvidarse de la reina de Islandia y enamorarse perdidamente de la princesa. Cuando viaja a Islandia para ver si su rey se casa con ella, se sorprende muchísimo de que no la reconozca hasta que se descubre toda la verdad, y uno de los traidores a favor del rey lo mata puesto que conoce su secreto
En fin, 3 horas y media de entretenimiento.
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