La penúltima película de Marvel Studios, los «Eternos», que han venido para quedarse en dicho universo cinematográfico, nos deja con buen sabor de boca pero un poco fríos, ya que no es la clásica película Marvel, sino algo un poco más serio. No es mala película, pero resulta ser diferente a las demás y no estamos acostumbrados a ello.
Antes de la creación del universo se crea a una raza llamada los Eternos para que siempre hubiera paz en el universo, pero sin querer los Celestiales además crean a una raza, tipo dinosaurios, que en esta caso la Tierra, sirve para en un futuro albergar vida humana. Pero esta raza, sin saberlo los mismos Celestiales, evoluciona y no quieren morir una vez acabado su propósito y quieren acabar con la vida en todos los planetas. Por eso la contrapartida, los Eternos, esparcidos en todo el universo, en este caso la Tierra son los encargados de destruir a todos los replicantes (que así se llaman) que quedan. Hace 5.000 años acabaron con ellos pero deciden volver ahora ya que han vuelto algunos, y encima con habilidades especiales ya que se regeneran cuando se les ataca, cosa que no pasaba antes.
Acaban casi con todos ellos pero Icaris, el Lider, sabe que los Celestiales, encargados de crear galaxias y mundos enteros, tienen previsto destruir la Tierra ya que está a punto de nacer un Celestial en el núcleo de la Tierra; y cuando nazca, no solo destruirá la Tierra sino que absorberá toda la energía vital del planeta ahora que la humanidad ha llegado al número completo para ello. Por cierto… ¿no os suena un poco a Galactus todo esto…?
Consiguen derrotar a Icaris ya que está de acuerdo con el plan del Celestial que le toca nuestra galaxia, y consiguen dormir al Celestial que a puntito estaba a punto de nacer y destruir al planeta entero. Una vez acabaron la misión, se vuelven a separar, hasta la segunda película, claro está. Como escenas finales, aparece Firefox y su duende borrachín Bib, y el novio de una de los Eternos… resulta ser otro superhéroe, y se sabrá en esa siguiente película.
En definitiva, no está mal, pero… no es como las demás.
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