Pierce Brown, el autor de la gran saga del «Amanecer Rojo» nos obsequia con la cuarta parte.
10 años después del triunfo del Segador, Darrow Au Lico, casándose con Mustang y siendo ella ahora la Soberana, y presentándole a su hijo Pax, resulta que las cosas no han ido bien.
El Segador no cuenta con la aprobación de un Senado que no quiere saber más de guerras, y se entera de que el Segador ha liberado Mercurio. Pero Dancer, uno de los senadores más influyentes, dice que la forma de unificar la nueva república, el «Amanecer» no es esa y que hay que firmar la paz con el Confín, sobre todo con Venus.
Darrow no quiere: es más, sabe que es una trampa del Señor de la Ceniza que está planeando hacerse con este Senado, y lo que hace es decir que no, que no obedecerá, y le encarcelan. La Soberana no puede hacer nada aunque sea su esposa ya que si hace algo a favor de su marido la destituyen de su posición.
Darrow es liberado de la cárcel gracias a sus fieles Aulladores, pero ahora decide ir a Venus a cargarse al mismo Señor de la Ceniza. Su hijo casi no se habla con él ya que ha estado más fuera de casa guerreando que en su propio hogar, y hay una separación manifiesta entre los dos.
Sevro no está de acuerdo con esa decisión pero le acompaña igualmente, liberando primero al maligno Apolonio al que le encantaría derrocar a su gran enemigo, el Señor de la Ceniza, para volverse a quedar Venus. Al final, consiguen llegar al Señor de la Ceniza para solo comprobar que está en un estado lamentable y que está a punto de fallecer. Esto lo sabia Apolonio, y encima le dice a Darrow y a Sevro que sus hijos han sido secuestrados. Darrow se va y vuelve el Segador, a por todas.
En otra línea argumental de la obra, Casio muere al defender a Lisandro Au Lune al que al final decide unirse a la guerra contra el Segador. La quinta y última obra promete ser muy, muy interesante.
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