«Todos admitían que es un fenómeno de masas, que representa una potente industria, pero nadie hasta ahora se había dado cuenta de que es la comunicación del siglo XXI y debía de ser reconocido a nivel cultural» . Con estas palabras se refiere a Shigeru Miyamoto como explicación de la razón por la cual el creador del videojuego tan sumamente conocido de Mario Bros le han decidido dar el Premio Principe de Asturias.
En fin, el que hayan decidido darle un premio tan prestigioso, uno de los más prestigiosos quizás de Europa como todo un Príncipe de Asturias a un creador de un videojuego, por más conocido que sea, destaca unas dudas muy serias: ¿se premia a un acto u objeto que provoca que los niños (principales usuarios del Mario Bros) no lean y que incluso se hagan adictos a los videojuegos? Es más, éticamente: ¿se premia a los videojuegos, juegos los cuales han contribuido segun los estudios médicos a que los niños no se mueven y ganen obesos por centenares todos los años, por ejemplo en España?
Si se premia a los videojuegos… ¿cuál será el próximo paso o el próximo Premio Príncipe de Asturias? ¿Por qué no se ha premiado todavía a los grandes autores de comics que tiene este país, como Ibáñez, Juan López, en su momento Vázquez, Escobar, etc…? ¿Acaso los videojuegos son mejores comunicadores que los comics? Sin duda, no hemos visto en ningún medio de comunicación un serio planteamiento a si es lícito o no que Miyamoto tenga un Príncipe de Asturias.
Claro está que con su videojuego revolucionó el mundo del videojuego, sí. Que Mario Bros (el cual nosotros hemos jugado muchas horas, no lo vamos a negar) es el videojuego más famoso de todo el planeta, lo reconocemos también. Pero ¿para llevarse un Príncipe de Asturias? Si fuera unos premios internacionales sobre el mejor videojuego de la historia, lo entendería perfectamente, pero un premio que se supone que es «culto» y que fomenta la cultura como estos, no lo entendemos.
De todas formas, desde aquí damos la enhorabuena a Shigeru Miyamoto. Y en los medios de comunicación cuando ahora critiquen a las juventudes que están enganchadas a los videojuegos, no critiquen a los jóvenes, por que ellos están practicando algo que ha sido premiado en los Premios Príncipes de Asturias.