Colaboraciones Oconowocc: Carlos Reyes
Así titulé hace unos meses uno de los artículos publicados por Oconowocc –lamento el tiempo en el que he permanecido “desaparecido”, ya que estaba envuelto en la conclusión de mi tercera novela, mientras sigo trabajando para la salida de la primera–, y si recordáis, hice alusión a los famosos guiñoles franceses emitidos por un canal de televisión supuestamente serio.
En aquella ocasión, y tras los distintos ataques del país vecino contra nuestros deportistas, finalizaba haciendo una reflexión; qué nos tocaba hacer a nosotros después de tan vil y desproporcionado envite francés. Y simplemente ya os dije que seguir con lo que estábamos haciendo hasta el momento, que no era menos que cosechar victoria tras victoria, éxito tras éxito, y olvidarnos de las envidias vecinas que hacen de ellos mediocres competentes.
Pues este fin de semana, nuestra selección les ha dado el estoque de gracia, el golpe maestro de cual gladiador bajo el foco de luces generado por un coliseo repleto. Así es como los “nuestros” se hicieron con algo tan deseado, y a la postre alejado, por Francia: la victoria. Y ahora, ¿qué van a decir? Pues absolutamente nada. Me explico.
¿Cómo van a decir que nos dopamos cuando nos hizo falta correr menos para doblegar sus rodillas. Nunca vi correr con la lengua fuera a Sabih, o a Silva, ni a Ramos, ni a Mata –lógico, el chaval sigue viendo el europeo desde el banquillo–, ni a Casillas despeinarse. Fuimos superiores sin correr, porque no nos hizo falta. A ellos tampoco.
Francia fue un reflejo de su pasado, Benzemá se apostó el número diez y creyó caminar como el grandioso Zidane, sin llegar a ser un mero heredero descoronado antes de su reinado. Y el pobre Ribery se sintió solo en casa, muy similar al protagonista de tan famosa y exitosa película, y del que emuló todo menos el rostro.
En resumidas cuentas, que ni Casillas, ni Arbeloa, ni Ramos, ni Piqué, ni Jordi Alba, ni Busquets, ni Alonso, ni Xabi, ni el gran Iniesta, ni Silva, ni Cesc, ni Cazorla, ni Torres y ni Pedrito –enorme el chiquillo–, necesitaron doparse. Solo crearon una maravilla, quizás la octava del mundo, en forma del mejor “Tiki Taka” de Montes. Grande chavales, y por cierto, como siempre, grande Ave Fénix, grande Fernando Alonso.
España 2-0 Francia. Uno por el europeo, otro por la victoria del asturiano.