El caso de los niños robados, el drámatico suceso que duró varios lustros desde principios de la década de los 70 hasta finales de los 80 al parecer, con la conveniencia de curas y monjas, incluida una de las presuntas cabecillas, una tal Sor Maria, ha dado otro giro que casi casi lo podríamos incluir en nuestra célebre saga de Misterios de la Humanidad de esta web: ¿dónde está Sor Maria? ¿Realmente ha muerto? ¿Dónde está el certificado de defunción que así lo atestigua? Y… ¿justo cuando ya iban a empezar a interrogarla ante el juez?
No en balde, muchos padres están protestando por que hay un sentimiento generalizado de que «algo ha pasado». Si nos fiamos de las teorías de la conspiración, van desde que el Gobierno se «la ha cargado», el mismo Vaticano se «la ha cargado», o simplemente la han hecho desaparecer, en forma de trasladarla a algún pais sudamericano, o a algún convento de allá en Galicia de los «capuchinos descalzos» en lo alto de una montaña bajo juramento de muerte de que no hable con nadie. O, quizás, «casualmente» ha muerto como dicen, quién sabe…
Una madre dijo lo siguiente, en cuanto se entero: «Una vez ya fueron capaces de falsificar los papeles de mi hija y de darla por muerta cuando no lo estaba; también pueden haber falsificado los papeles de su muerte (…) “Ahora mi abogado va a hacer todo lo posible para que el juez nos considere y todos unidos pediremos que de esa tumba donde dicen que está, se exhume el cadáver y con su ADN realmente demuestren que es ella la fallecida. No descansaremos hasta conseguirlo”.
Las suspicacias de su muerte vienen por que no se entiende por qué ha habido tanto secretismo, y tanta prisa en enterrarla y en sacar el certificado literal de defunción, que por ahora nadie ha enseñado. Pero, más allá de que realmente haya muerto o no, ¿se va a quedar ahi la cosa? ¿No van a haber más interrogatorios? ¿No hay más monjas a las que interrogar o curas a los que preguntar, o médicos a los que indagar o enfermeras de aquellos hospitales?
Lo que es inadmisible en un país como España en pleno siglo XXI es que el caso, muy fuerte el caso, se vaya a quedar así. Veremos a ver qué pasa ahora…