No nos acordamos si salió en el cine o qué, o quizás ha ido directamente a parar al videoclub, como típicas películas de Steven Seagal, pero no está mal la película: entretenida, al menos.
La historia trata de un escritor que no tiene creatividad y que no ha empezado ni siquiera una primera hoja de su nuevo libro. Casi parece un mendigo y por ello su novia la deja por que ella sí que está triunfando y no le gusta su actitud. En esto, que se encuentra con su ex-cuñado (ya que anteriormente estuvo casado… solo por un día) y como regalo por su terrible situación le da una especie de pastilla.
Esa pastilla es un experimento que han estado realizando, para utilizar el 100% del cerebro al instante. Con esta primera pastilla, nuestro protagonista consigue, en una sola noche, escribir 40 páginas de un tirón y a juzgar por la reacción de su Editora, son geniales. Como le ha gustado esa pastilla, va a visitar a su ex-cuñado para pedirle más.
Pero lo encuentra muerto cuando le hace un recado. Al parecer, un grupo mafioso también va a por esas pastillas y le van persiguiendo a él, que, mientras, con su gran inteligencia se hace brazo derecho de Robert De Niro en una muy buena interpretación de presidente de una gran empresa de inversiones.
Pero no tiene en cuenta que tiene efectos secundarios dicha pastilla, y los va teniendo en forma de mareos, lagunas mentales y jaquecas tremendas. Tiene que dejar de tomarse la dosis pero de una manera gradual. Al final de la película, atrapan al entramado mafioso que va a por él y consigue la dosis precisa en la pastilla, modificando sus componentes, para que no tenga efectos secundarios que le hubieran llevado a la muerte.
No es que sea brillante, pero al menos entretiene bastante.