Colaboraciones Oconowocc: VLADIMIR ROTHSCHUH
El Senado de la República no es Emilio Gamboa, Miguel Barbosa o Jorge Luis Preciado. Ni el priísta, ni el panista, y menos el perredista, son los propietarios de la soberanía popular para aguardar actos de subordinación y sometimientos absurdos, como las seis manos que pedían recibir las seis millones de manos que apretaron el bolígrafo para estampar sus firmas en las peticiones de Morena acerca de la consulta petrolera.
La indignación de esos coordinadores de bancada rompe el espíritu de tolerancia que exigen para sí cuando se trata de consensos, concertaciones y acuerdos que, para otros partidos, resultan agraviantes, como en este caso la reforma energética que es cuestionada con esos tres millones de almas que aspiran a ser escuchadas. Las circunstancias propiciaron que Amlo no quedara como un Pelele de esas falsas delegaciones populares, porque a su sentir es impopular una enmienda que ataca de raíz sus creencias chauvinistas. Tanto derecho tiene el líder de Morena a representar el rol público de “independiente” como Gamboa, Preciado y Barbosa, en representar los roles de “subordinados”. Si aceptamos las verdades absolutas de cada uno de ellos, sería derruir el aparato democrático que obliga a respetar la diversidad como en cualquier sano ejercicio político.
Salvó el macuspense su aura de antipeón o antificha del Establishment, por la coyuntura o lo que sea, de haber sido conducido ante el mal llamado “cuarto poder” y no ante los mal llamados poderosos Gamboa, Preciado y Barbosa. Grave hubiese sido para el naciente partido de izquierda, que su líder repitiera los acartonamientos protocolarios en las fatuas pleitesías de quienes personalmente se han ganado fama con sus mariachis, sus bonos, sus papitos. Y alguien debería contener las petulancias del poder que enardecen a los coordinadores senatoriales de derecha, centro e izquierda, pues imitan la vieja escuela del Partido de Estado y estandarizan con El Peje, las conductas profanas que enrarecen las libertades de unos y de otros. Igualmente de agraviados podrían sentirse el MC y PT por la lejanía que mostró Amlo a esos partidos originados en los nidos del salinismo y que desmemoriados se alzan como las banderas de la salvación nacional.
Como el petróleo no es un bien de los señores Gamboa, Preciado, Barbosa, López Obrador, Batres o Sheinbaum es que debe prevalecer la condescendencia sobre la soberbia que hace de nuestros actores políticos personajes de ocarina. No es tan pequeño el Senado para derrumbarse ante los desaguisados por aquello de dónde les dejo las cajas de cartón.
Con el alma policial que anima a Joel Ortega para sellar antros y cocinar sin oxígeno a jovencitos que trataban de alegrar su tardeada, el titular del transporte subterráneo de la Ciudad de México, soltará a sus sabuesos hasta a encontrar al hacker que “tuiteó” más de 140 palabras horripilantes contra su buen desempeño. Los mastines de Ortega ya tienen a los primeros responsables en los adversarios públicos del Ebrardismo. ¿Quiénes más querían dañar la figura de don Joel? Y con esos pelambres en sus palmas, Ortega intentará ratificarle a Miguel Angel Mancera que hay un compló contra su administración por los truhanes de la Línea 12 que se atreven a retarlo públicamente con párrafos del calibre de “Le hago un planteamiento al Jefe de Gobierno, si hay alguna imputación que hacerme por corrupción que la haga o aclare ahora que será su informe de gobierno”.
Regresó Peña Nieto a Michoacán a romper los cascos de champaña en Cachalote y Ballena, las embarcaciones de mayor dimensión que pueden aparcar en un puerto de todo el Pacífico americano. Lázaro Cárdenas ha sido remodelado, profundizado y en lo que invierte el gobierno federal miles de millones tratando de acabar con el origen de la pobreza y la violencia regional, las respuestas de los responsables de concluir el crimen organizado, no han podido dar con La Tuta y engañan cazando alcaldes , júniores y funcionarios públicos. En otras palabras, esa entidad vive el cover del Michoacanazo de Felipe Calderón que dio palos de ciego contra el mosquero de su gobierno fallido. Exigió el Presidente de México más que campanazos en la restitución de la paz social, exigió hechos palpables como esos dos mil 500 millones invertidos en la modernización del puerto, ahora sí, el más dragado del Continente y que detonará el desarrollo sano y no los negocios del hierro de La Tuta y la mafia china.
Peña Nieto puso entre comillas su sentencia “sin echar las campanas al vuelo, ahí va mejorando la seguridad pública”. La estrategia se ha empantanado y conforme pasan las semanas, el futuro de Alfredo Castillo se pudre porque no hay cómo sacarlo de ahí por la puerta grande hacia la nueva Fiscalía en que se convertirá la PGR.
Jesús Ramírez Stabros se entretuvo mucho en la puerta de salida, fue echado de Los Pinos desde semanas atrás en que burló los filtros de confianza como dobletero presidencial y de Iberdrola. En los primeros días de julio dijo que había enmendado su error y convenció a su jefe Aurelio Nuño de que con renunciar a la firma petrolera, estaba arreglado el equívoco que sanciona la ley de servidores públicos. Quién sabe si por razones del Informe Presidencial, Aurelio haya destinado su tiempo a amarrar el evento de Peña Nieto, dejando al garete al potosino. El exceso no conculca las ambiciones políticas en la sucesión de Toranzo, sino que le mete arena en la curva imperaltada a Nuño, cuando está a unos metros, si no es que kilómetros, para la meta de ser Secretario del Gabinete Federal. Si Stabros se la hizo a Aurelio, ¿qué garantías hay de que no se la haga la amafiada nomenclatura de los transexenales cuadros medios del gobierno federal? Hay un hecho, Ramírez Stabros fue echado de Los Pinos, ahí no hay vuelta de hoja.
Como el potosino existe otro caso pendiente, el del encargado de las giras presidenciales que viaja a Tamaulipas y hace campaña personal a la gubernatura aduciendo su amistad con el Presidente de México, el Secretario de la Presidencia, el Secretario Particular y bueno, hasta con el General Miranda. Esto tampoco luce en una generación política que llegó a transformar México. Stabros le deja una lección a Aurelio Nuño y a Erwin Lino: no hay que entretener mucho en la salida a los que se van, ni dejar esperando en la puerta a los que tocan y son ignorados por los viejos vicios de la soberbia. Lino tiene la costumbre de remitir a quienes lo buscan, con Carlos Eduardo Romero, el director de atención ciudadana que engaña al populacho con email y teléfonos falsos.
El viejo sindicalismo no ha perdido el prurito de aparecer en la foto. Joel Ayala decidió asumir funciones de Secretario del Gabinete Federal, de Vocero Presidencial y de Presidente de la República, adelantando la iniciativa sobre la reforma del Salario Mínimo. Será a finales del otro mes cuando Los Pinos envíen al Congreso las modificaciones que escindan las indexaciones para multas con el salario de los trabajadores.
Ayala cree estarle metiendo candela, quién sabe por dónde, al debate del Mínimo que Mancera ha tomado en estrategia común con Navarrete Prida a cambio de que se legisle el estatuto de gobierno y que el DF adquiera su mayoría de edad política. Mancera promete mucho y concreta poco, ofreció su respaldo a la reforma energética, pero por otro lado le atizaba con su canciller Cárdenas a la cuestión petrolera. Conforme las derivaciones del líder sindical y usurpador de funciones voceriles, la reforma presidencial al salario mínimo nacerá de la sensibilidad hacia la oferta del Jefe de Gobierno. O sea, Mancera propone y Peña Nieto dispone. Qué tan benéficas son las suplantaciones de Joel asumiendo las funciones del Secretario del Trabajo, la apuesta es temporal: he ahí el detalle.
No vamos bien y nuestro crecimiento económico sigue siendo igual de mediocre que hace 33 años. A partir de ahí la perplejidad abrigó a los legisladores federales, el Secretario de Hacienda no llegó ante ellos a defender nada sino a releer la realidad que afecta a México y como él, los diputados federales están empeñados en cambiar. Luis Videgaray agradeció a todas las bancadas sus aportes para cambiar la mezquindad con 11 reformas dinamizadoras del atraso, especialmente el social, que tiene que ver y afecta a las mayorías. De nada sirve hacer modificaciones constitucionales si el destinatario de los cambios no es el pueblo y a partir de esos cambios no hay que rezar sino moverlos desde los gobiernos para que esa esperanza invocada en las pasadas tres décadas, sea como la sal, que le dé sabor a la comida. La vieja figura prepotente del infalible Secretario de Hacienda, evidenció un giro, es igual de preocupado y ocupado como los diputados, en que atrás queden las vacas flacas y los discursos que engordan los populismos.
Y no salió con las manos vacías Videgaray de San Lázaro, es como si hubiera levantado al tullido Congreso y lo haya puesto a caminar de nuevo cuando señaló a los gobernadores como responsables de los subejercicios presupuestales. La animosidad de los legisladores prendió cuando acordaron con el titular hacendario, medidas ad hoc en el paquete presupuestal del 2015 para obligar y sancionar a los servidores de los tres niveles que chicaneen, bursatilicen, metan bajo sus colchones o en sus talegas, el dinero etiquetado para la prosperidad y el desarrollo.
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