Martes trece, cruzarte con un gato negro, romper un espejo, pasar por debajo de una escalera, ponerte algo amarillo, decir tres veces el nombre de un muerto, abrir un paragüas bajo techo, acabar de comer y doblar la servilleta… son costumbres ancestrales que la gente (aunque no lo quiera reconocer) tiene, al menos, una mayor parte, y su origen es de hace bastantes siglos.
Hoy en Desmontando Creencias, Oconowocc se va a dedicar a demostrar que es una soberana estupidez y que el único peligro que hay si ves pasar un gato negro es que no te tropieces y te arañe, que el único peligro que hay si pasas por debajo de una escalera es que no sea de un albañil y te caiga algo encima, y que si rompes un espejo lo único que te tiene que preocupar es que al recoger los trozos de cristal no te cortes.
Por ejemplo, el hecho de no cruzar por debajo de una escalera, su origen viene de que la escalera en comparación con las superficie del suelo y la pared forman un triángulo, que desde hace siglos representa la Trinidad, con lo que cruzarla era atentar contra dicho dogma, o también representa una puerta de entrada al mundo de los espíritus. Claro, si alguien no cree en la Trinidad o ni siquiera cree en Dios ya que es ateo, ¿por qué es supersticioso y no cruzar por debajo de una escalera? Estupidez.
El no tirar sal por encima del hombro viene por que en la Edad Media (en la que también era símbolo de mala suerte el hecho de estornudar simplemente) la sal representaba las riquezas. Claro, ahora la sal la encontramos en los supermercados con lo que lo que es realmente significativo de la riqueza es el euro, la moneda más fuerte, con lo que, ¿por qué los supersticiosos no tiran sal por encima del hombro? ¿acaso consideran la sal más importante que el euro? Vale, pues que me den 1.000.000 de euros que yo se lo pago con una toneladita de sal. Pero seguro que me dicen que no..
Tambien hay que saber o conocer según los supersticiosos las cosas que hay que hacer para tener «buena suerte» o para saber qué deparará el futuro. Por ejemplo, no deben echarse las cáscaras de los huevos en el fuego, porque se les secará el ano a las gallinas y no pondrán más huevos. Quien duerma en una cama con los pies hacia la calle morirá. Cuando se tira al suelo una cerilla encendida, y esta no se apaga, es el augurio de una muerte próxima.
Una mujer, durante la menstruación, no puede hacer mantequilla, mayonesa, tocar o preparar la leche o productos lácteos, regar las plantas, dar de comer a los animales… la mantequilla o mayonesa no ligarán, la leche se cortará, las plantas se secarán, los animales morirán, especialmente crías o bebés ajenos, o se les estropeará la comida, o se arguellarán. Esta superstición está relacionada con la pureza y la impureza de la mujer, y coincide con supersticiones afines del mundo islámico actual. Y así podríamos seguir durante varios artículos más sacando a relucir todas las supersticiones que tendrían que conocer los superticiosos. ¿Es esto lógico? Bueno, pues vamos a saber de dónde viene todo esto.
¿De donde viene entonces la llamada superstición? Pues parece ser que de la antigua Roma. Los adivinos de allí se identificaban como «superstitiosus», que era una forma de llamarlo «los religiosos», pero de una manera exagerada y fanática. Así como por lo general en Roma la religión romana era organizada, diferentes creencias o diferentes pensamientos salieron a la luz de una manera que consideraban exorbitada, exagerada y fanática. Por ejemplo, el hecho de decir «¡Jesús!» cuando una persona estornudaba. Desde eso pasando por épocas más modernas con lo de no romper espejos ni que se te cruce un gato negro, dan forma a las supersticiones modernas de hoy en día. ¿Su origen, entonces? Creencias falsas, fanáticas y exageradas de partes de religiones romanas y griegas, que por desgracia han subsistido hasta la época.
Por lo tanto, a los amigos supersticiosos que léeis Oconowocc, los gatos, incluso los negros, son animales domésticos indefensos que no hacen nada. Y si rompes un cristal, se compra otro en Leroy Merlin y ya está. Pero que sepáis que las supersticiones son tonterias.