Cuando vimos la terrible película de The Rock haciendo de «Hada de los Dientes», película que hizo que perdiera toda la credulidad como actor «duro», pensamos: ¿qué orígen tendrá esta gran mentira por parte de los padres que dice que cuando a un niño pierde los dientes hay que dejárselos en la almohada para que venga el hada, o el ratoncito Pérez, para darle una moneda, además de ser anti higiénico?
Pues hay varios: antes de explicarlo, aclarar que tiene dos lineas esta «leyenda», ya que en el mundo anglosajón es un hada de los dientes, y en el mundo latino, es un ratoncito que se llama Pérez el cual incluso en la ciudad de Madrid hay una placa conmemorativa sobre él. Hay que ser absurdo, por cierto, para hacer eso.
Y como suele pasar en estas cosas, hay orígenes verdaderamente terribles y otros más «light». Comenzando por los «terribles», se decía que en la Edad Media tenías que enterrar el diente en la tierra, no dejarlo debajo de la almohada, ya que sino venían las hadas y te devoraban vivo, aparte de otras terribles consecuencias. De hecho, hay por ahí una teoría que dice que el hada si veia que no habías puesto el diente debajo de una almohada, como estaba en la cama el niño, ¡te podía violar!
Pero lo más curioso es que antes tenías que evitar a toda costa que las hadas, o brujas, o lo que fuere, cogieran el diente del niño ya que si lo cogías podían aprovechar para hacer una maldición a base de diente de niño, con lo que de ahí que antes había que enterrar el diente, y no exponerlo debajo de la almohada, como se hace ahora, si es que hay alguien que lo haga todavía.
Otra línea de investigación sobre este orígen es más tranquililla, y se remonta al año 1894 donde un jesuita llamado Luis Coloma recibe el encargo de que haya un cuento a un niño en esa época llamado Alfonso XIII que tenía unos 8 años en aquel entonces por que le dolían los dientes ya que se les estaban cayendo, y en el cuento aparecía el ratoncito famoso, y de ahi se ha quedado para los tiempos posteriores.
En fin, sea la realidad que sea, cuando el padre o madre diga a su retoño que deje los dientes de su hijo en la almohada, que sepa que estará contribuyendo a un terrible orígen de matanzas y muertes varias, o a un capricho real de finales del siglo XIX.