Colaboraciones Oconowocc: Colano
Lo que defeque, mientras regurgitaba la comida 2ª parte
Erase que se era:
Un viajante exhausto, un camarero pedante un caserón nefasto y la comida de Dante.
Sepan vuestras mercedes las desventuras y andanzas, de un viajante hambriento, sin rocín ni lanza. (Retomo el relato que pause hace unos días, “lo que regurgité…1ª parte)
Situémonos en la entrada triunfal con mi compañero al salón del local, un amplio habitáculo con hermosos cuadros, como los que Velázquez diera vida con sublimes trazos.
Nos situaron bajo la cabeza de un jabalí disecada, con unos colmillos de dimensión exagerada.
Entro un camarero se aspecto curioso, tocando una flauta y bailando brioso.
Cogiendo una jarra con vino especiado, viró hacia nosotros con gracia y con garbo.
¿Que desean vuestras mercedes?- Pregunto el efebo, ofreciéndonos la jarra y tirándose un………? Como el malandrín que nos servia no paraba de sonreír, decidimos mientras tanto del menú, que plato pedir.
Mientras, el torpe bufón una canción entonaba, un vil insecto por su entrepierna trepaba. Coronar la cima del tosco acantilado, resulto tarea fácil para el gasterópodo alado. Cuando abriendo su coraza comenzó a volar, el estupido arlequín se puso a gritar. Perdida la flema, la honra y el juicio, arremangó sus calzas y corrió entre el bullicio. Salio el ventero, sudando y jurando, que al torpe sirviente acabaría……colgando.
Y así nos quedamos, con hambre y la duda, si al penoso espantajo le darían sutura.
Recuperada la calma y sosiego, llegó el primer plato: gazpacho manchego.
Aunque el rojizo vino no levantase pasiones, no estaba el sarasa tocando……….las canciones.
Llego el ventero portando un asado, como la reliquia de San Adiosdado.
Mientras el ventero cantaba la excelencia del guiso, apareció el de la flauta, trotando en el piso
¡Prueben los señores la hogaza horneada!-Gritaba el bellaco sin darnos la espalda.
A los gritos del tunante, respondió el amo con un sopapo tajante, y soltando el pan asustado, huyo como si le persiguiese un astado.
Prestos estábamos a hincar el diente al lechón, cuando la ventera se nos apareció de sopetón.-Coman los señores sin pena o temores, que en el asado empeñe mis mejores dones.Que a este cochino, meloso y juguetón, con mis propias manos di extrema unción.
La carne cocida del de la mirada baja, los jamones de la gorda me representaban.
Tal asco nos dio la visión de la dueña, que la digestión se nos fue a la……………..
Salimos deprisa, corriendo, escapando, vomitando uno y el otro cagando.
La amplia cabina de la cabeza tractora, en fétido horno volviese a la hora.
Con heces y vomito murió al fin el día, ¡Lo que defeque mientras regurgitaba la comida!