Seguro que todos hemos visto los famosos anuncios de las tallas mínimas de los peces para poder ser ingeridos. Eso que empieza diciendo que no es difícil saber si un pez tiene la talla mínima para ser comido o no, ya que puedes compararlo con un plato o una regla o un lo que sea.
Vale, muy bien. Hasta aquí la teoría. Ahora vamos a la práctica: ¿alguien ha visto a una tipica señora mayor yendo a un mercado diciendo: «quiero un kilo de boquerones, pero espere, voy a compararlos con este plato que me he traído de mi casa para ver si me lo puedo quedar o no»? Evidentemente, no. La responsabilidad primera es de los pescadores, y luego es de los vendedores que los venden, no del consumidor. Y encima si alguien no entiendo mucho de pescados, pues el pescado que le venden pues lo guardará en su carro de compra y para casa a cocinarlo, ¿o no?
Es esta nueva mania que tiene el Gobierno de que toda la responsabilidad ahora sea del consumidor final. No, señores. Si tienen que multar a alguien o comerle la cabeza con el tema de las tallas mínimas, no tiene que ser a los consumidores que bastante hacen en comprar pescado con lo caro que está últimamente, sino a los pescadores que vendan tallas mínimas, eso sí es cierto que las venden.
Con lo que, dejémonos de gastarse dinero en tonterías, y se que ocupe el mismo Gobierno en impedir que se vendan peces con tallas mínimas. El comprador comprará lo que le den.
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