En nuestro afán por desmontar la teoría de la evolución, ya hablamos de que el Big Bang no podía ser, que las mutaciones son imposibles y que el ser humano no es un animal. Las razones estan en los artículos correspondientes. Ahora vamos a hablar de la «cuarta pata» de la silla de la teoría de la evolución para que acabe de caer completamente: la aletoriedad frente al determinismo. Antes, claro está, vamos a explicar estos dos conceptos.
Aletoriedad: algo aleatorio, casual. Se dice de que todo lo que pasa en el Universo es por mera casualidad y que no tiene ningún sentido, puro azar en todo. En la evolución, todas las circunstancias que llevaron a la vida fue todo casual, un maravilloso conjunto de hechos que sin quererlo, llevaron a la vida humana y animal.
Determinismo: todo tiene un sentido, no existe el azar, todo lo que se hace es guiado por Alguien que se encarga de dirigirlo. Evidentemente, contrario totalmente a la evolución.
Vamos a ver el ejemplo de nuestro querido planeta, la Tierra.
En la Tierra hay vida. La vida depende del astro rey llamado Sol. Si el sol estuviera unos kilómetros más cerca o unos kilómetros más lejos, o nos estaríamos achicharrando o nos estaríamos congelando. Menos mal que, por casualidad, del Big Bang llegó a poner el Sol a esa cantidad exacta de distancia…
Nuestro planeta está en la galaxia Via Lactea, en uno de sus extremos. Tampoco es casualidad, ya que está en un extremo del cual apenas hay radiaciones cósmicas ya que si hubiera estado en el centro o en otra parte la radiación nos consumiría.
Nuestro sistema solar. Menos mal que tenemos a un pedazo planeta como Júpiter que con su tremendo poder gravitatorio impide que los meteoros vayan a estrellarse en nuestro planeta. Para más información, véase artículo sobre Júpiter.
Nuestra atmósfera. Menos mal que casualmente la atmósfera está compuesta de oxígeno, ozono y otros elementos que hacen que nos protega del duro calor del Sol, sus radiaciones y restos de meteoros por que sino estaríamos como la Luna.
Por cierto, la misma Luna, gracias a ella tenemos las mareas, los marineros agradecen esa casualidad de que un pedazo de roca que hace de satélite de la Tierra esté justamente ahí… además de que sirve también para desviar meteoritos.
El agua: un compuesto simple de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Menos mal que casualmente existe ya que el ser humano lo necesita para sobrevivir. Además, gracias al especial compuesto que tiene el agua se congela por arriba pero no debajo de su superficie, con lo que aunque haga mucho frio la flora y la fauna puede subsistir. Sin duda, algo vital para la vida.
Gracias también a la casualidad de que seamos compatibles en nuestro planeta los humanos y las plantas, ya que las plantas expulsan oxígeno y respiran dióxido de carbono y el ser humano lo contrario. Un buen sistema de reciclaje, muchísimo mejor que las extrañas campañas de «Bolsa Caca», ya que en la naturaleza hay microorganismos que se encargan de la limpieza del planeta entero.
Menos mal que casualmente en nuestro planeta está el llamado «ciclo del agua», el cual llueve, la lluvia va a parar al mar, el sol evapora parte del mar y lo envia al cielo en forma de nubes que a su vez vuelven a llover y se repite el ciclo.
En fin… todas estas son las «maravillosas casualidades» de la teoría de la aletoriedad. ¿Puede ser todo tan aleatorio? ¿Podría ser que justo hubiera la cantidad exacta de proteinas y minerales en la sopa orgánica de tal manera que casualmente se juntaran y decidieran hacer un organismo que le diera por evolucionar casualmente? ¿O estamos llegando a extremos de dogmas de fe tan irreales como los que afirman que lo son respecto a las teorias deterministas? ¿son los científicos aleatoristas o los que creen en el azar seres fanáticos de sus ideas, sectarios de sus creencias equivalentes a lo que ellos mismos critican con dureza y con burla?
Dicen que la posibilidad de que se repitan estas mismas condiciones a lo largo de nuestra galaxia son millones. Bueno, que justamente se repitan estas condiciones me extraña que sean millones, pero curiosamente en ninguno de ellos por ahora se ha encontrado vida.