El edificio en sí es otra de las joyas que tiene la ciudad y que, como siempre decimos, si estuviera en Madrid o Barcelona, o en París, sería archiconocido y hasta los pingüinos de Terranova lo habrían visto o conocerían de lo que estamos hablando, pero como está en Valencia, es desconocido. Valga Oconowocc.com para dar a conocer este edificio.
Estamos hablando del edificio en sí, no del museo. El museo es extremadamente interesante ya que trata de objetos, fotografías y reliquias de la Valencia medieval, romana, árabe y la Valencia contemporánea del pleno siglo XXI. Pero hablamos de su ubicación por que está situado en una de las grandes obras arquitectónicas que se han hecho en Europa.
Realmente en el año 1850, se hizo un enorme depósito de agua en forma de bóvedas enormes para captar el agua de la lluvia. Fue un proyecto muy complicado, pero al final se construyó. El depósito esta formado por un laberinto de doscientos cincuenta pilares que sostienen una cubierta formada por once bóvedas de medio punto realizadas con ladrillos procedentes de Manises y Aldaya. Y todo ello, ¡bajo tierra, subterráneo!
Es una obra de ingeneria rara vez vista en la Europa del siglo XIX, y que hizo que la ciudad de Valencia tuviera agua corriente y que además la introdujo en la era industrial. Sus creadores fueron el ingeniero Idelfonso Cerdá, otro ingeniero francés llamado Leodegario Marchessaux y tuvieron la ayuda de un ingeniero de Caminos y Canales llamado Calixto Santa Cruz.
Antes que poner el museo de Historia de Valencia tuvo otros usos, pero hace pocos años el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat hicieron que la ciudad tuviera un museo de solera y que estuviera en la localidad de Manises, justo al lado de la ciudad de Valencia, en un edificio subterráneo emblemático como es el que estamos describiendo.
Así que, si alguna vez pasáis por allí, no solo veáis el museo en sí, sino el tremendo laberinto de bóvedas que actualmente sería muy difícil hacerlas, imaginad pues hacerlas a mitad del siglo XIX.
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