Prometía mucho la película… pero se quedó en una promesa. Una catástrofe ecológica, unas muertes misteriosas, y un final un poco pobre para nuestro gusto.
Resulta que de repente empiezan a aparecer en una bahia enorme de Estados Unidos miles y miles de peces muertos. Pero el problema está en cuanto muere gente también. Por culpa de una granja, los productos químicos van a la bahia y hacen mutar una serie de parásitos que en realidad de minúsculos se convierten en pequeños como «gusanos» que van mordiendo y comiéndose la carne de sus inquilinos desde dentro. Peces sin lengua, ciegos, y sin estómago.
Y la gente que se ha bañado en la bahia o que bebe del agua potable de su sistema de canalización traga también estos parásitos. Enseguida la gente del pueblo empieza a morir siendo devorada desde dentro, y la tragedia crece por instantes. Minutos antes justo de acabar la película se descubre que el ejército llega (tarde, pero llega) y a base de ir echando contenedores de cloro explican que consiguen eliminar la terrible plaga.
Pobre final para una película que busca lo desagradable en vez de lo interesante.
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