Esta crisis económica nos está dejando efectos colaterales inmensamente negativos. Una pena, pero en pleno siglo XXI estamos retrocediendo peligrosamente a la Edad Media, y eso de la «cultura del bienestar» ha resultado ser demasiado frágil.
En algunas comunidades autónomas que prefieren gastarse el dinero en promocionar su independentismo y hacer consultas en vez de pagar las deudas sociales de sus residencias de ancianos, se las ven y se las desean para pagar las deudas y poder seguir funcionando.
Una de las residencias de ancianos está tan mal económicamente que uno de los familiares de un residente ha tenido la idea de «apadrinar a un abuelo» por 129 € al mes para poder subsistir. Es patético que esto llegue a pasar: los abuelos que tanto tuvieron que pelear para sobrevivir en la Guerra Civil, la post-Guerra Civil y luego el régimen de Franco, ven como casi no pueden sobrevivir a su vejez de una manera digna. No hay dinero, con lo que no hay aportaciones para que puedan seguir en esas residencias.
El Gobierno central y los gobiernos autonómicos no hacen nada para evitarlo, y ahora resultará que van a tener que vender las residencias a entidades privadas y será todo mucho más caro que antes. No solo se apadrinará ya a los perros, sino ahora a los humanos también. Es decir, con la crisis económica se equipara a los animales con las personas.
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