Una nueva decepción en el Festival de Eurovisión. Una vez más la representante española lo hizo de categoría, y nunca de ninguna de las maneras merece el cuarto puesto pero por el final de la tabla. Una vez más las políticas y el cachondeo impregnan a este «pseudo» festival europeo, que hipócritamente intenta hacer como que Europa está unida cuando no lo está ni de lejos.
Además, este año hicieron una cosa extremadamente rara, ya que primero votó un jurado profesional y dejaron para el final el voto particular, que hizo que Australia (sí, Australia, como es «tan europea»…) que ya se veía como ganadora, resulta que no ganó para ganar Ucrania con una canción moña, sosa, que casi cantaba llorando y con una letra bastante política.
En definitiva, decepción de nuevo, para variar.
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