No tiene nada que ver con la película de «Stargate: viaje a las estrellas». Esto al parecer va en serio, y se trata de una serie de experimentos que antes se hacían en secreto en los Estados Unidos de América, y que lo llamaron así.
Se trataba (hablamos en pasado por que se supone que ahora no funcionan dichos experimentos, que se sepa…) de unos experimentos para soltar de alguna manera la mente de los espías y pudieran espiar más allá de los muros y paredes de donde estuvieran. De manera psíquica, pretendían fortalecer a las mentes de dichos espías para traspasar fronteras y que fueran capaces de ver más allá de su vista, e informar a sus jefes de lo que estaban espiando de manera psicológica totalmente.
Rusell Targ y Harold Puthoff fueron los máximos responsables y encargados de estos años de investigación, décadas de los 70 y los 80, y su llamado «visión remota»: con experimentos mediante sondas en los cerebros y terapias de electricidad en los cuerpos de los espias, tendrían que ser capaces de poder espiar a miles de kilómetros de distancia pero sin moverse de sus sillas. Curiosamente, al parecer durante esos años tuvo éxito los experimentos, y los 6 agentes espías con «visión remota» al que denominaron «Los 6 Naturales» fueron capaces de observar más de 150 objetivos tanto rusos como de otros países potencialmente enemigos de Estados Unidos, hasta que cancelaron el proyecto por todo lo contrario, según fuentes gubernamentales: que no han tenido los resultados apetecidos. Entonces… ¿en qué quedamos, tuvieron éxito… o no? El logro más «sonado» fue que descubrieron la construcción de una base militar en la extinta Unión Soviética.
Costaba 25 millones de dólares todos los años y desde el Pentágono se llevaba casi todas las operaciones. Y no tiene nada de «paranormal», ya que las bases de esta «visión remota» es preveer posibilidades y ajustar las mentes a lo que se llama las «teorías cuánticas» de la misma mente humana, sea lo que quiera significar eso, evidentemente.
El problema llegó cuando la opinión pública se enteró, y se dió cuenta de que sometían a muchos voluntarios a continuas drogas llamadas «psicotrópicas» y al parecer destrozaron la mente de muchos de los experimentados. Eso hizo que esa investigación, que continuaba durante bien entrado la década de los 90, se supone que finalizó y se clausuró para siempre.
Como siempre decimos, toda esta información es, cuanto menos, discutible, y ni afirmamos ni desmentimos. Pero lo que sí tenemos claro es una cosa: ¿hasta qué grado se ha llegado a experimentar con el ser humano para traspasar fronteras intraspasables hasta la fecha? A un grado muy alto, seguramente.
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